Receta: Muslos de pollo al ajillo
Publicado en 08/06/2017 por Ana 2 comentarios

Si me seguís habitualmente, sabéis que hago pocas recetas tradicionales de la gastronomía española (una excepción fueron estas almejas a la marinera). No lo hago por descontento con nuestra gastronomía, que es muy variada y colorida, sino porque en Luxemburgo muchas veces me cuesta bastante encontrar materia prima que esté a la altura de la que se puede encontrar en España. Para algunos platos, especialmente los arroces tan propios de la Comunidad Valenciana, me parece que la calidad de la materia prima es vital. Afortunadamente, hoy muestro una receta típica española que se puede hacer con excelentes resultados incluso fuera de España, sin que la calidad de los ingredientes la condicione demasiado: muslos de pollo al ajillo.
Parte de la inspiración para hacer esta receta tan conocida y disfrutada es que a mi hija de 13 meses le pirra el pollo. Más bien, le pirra casi cualquier carne y bastantes pescados, y al final hay que buscar formas de dárselo que vayan variando un poco, porque como sabréis, a partir de los 12 meses los niños entran en un periodo donde es importante que prueben muchos sabores y alimentos distintos, ya que esto facilita que luego coman de todo. Le servimos un muslo de pollo (sin huesos, obviamente) y al final acabó comiéndose tres muslos. Después del tercero seguía queriendo más, pero nuestros platos estaban bastante mermados ya, y sólo la pudimos convencer de que comiera otra cosa si era queso, que es lo otro que le pirra.
Normalmente para esta receta se utiliza un pollo troceado en lugar de muslos, pero como principalmente el guiso era para mi hija, preferí la carne de pollo de los muslos, que es mucho más tierna que la de otras partes y cuesta menos de masticar y tragar para los niños pequeños. Otra ventaja de utilizar muslos de pollo es que al ir con hueso es más difícil sobrecocinarlos, y por tanto evitamos que nos queden secos, así que también es una buena idea para los que queráis disfrutar de un plato de pollo tierno. El vino blanco puede ser cualquiera, ya sabéis que para este tipo de platos casi mejor gastar un vino blanco barato. Nosotros nos decidimos por uno local que tiene un punto ligeramente dulce, y acompañamos con un blanco mucho más serio: un Moscatto d’Asti, un vino dulce y espumoso de origen italiano que está riquísimo, especialmente para los que, como yo, no son aficionados al vino.

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